Entrevista a Don Hector Rebolledo, Guardia de Seguridad Hospital Clínico UA
Como siempre, Don Hector Rebolledo, guardia de seguridad de nuestro Hospital, llega antes de las siete de la mañana y con la amabilidad y sonrisa, tanto para el personal como para todos los pacientes que ingresan día a día a partir de las ocho a nuestro centro de salud.
Tiene la palabra precisa y la ayuda oportuna, explica con paciencia los procedimientos que deben seguir los usuarios. Él cumple un rol esencial, al igual que sus compañeros que hacen del equipo de seguridad personas extraordinarias, que no tan solo cumplen su rol como tal, sino que además cuentan con habilidades que ayudan a mejorar la calidad de atención de nuestros pacientes.
Don Hector Rebolledo, nació en Santiago, hace siete años llegó a trabajar en Antofagasta, vive con su señora y uno de sus cuatro hijos, trabajó en variados oficios entre ellos en una empresa de electricidad que hacía mantenimiento a las mineras.
¿Y qué pasó después?
Cuando terminó el contrato de la empresa, me puse a trabajar de guardia de seguridad cuidando un terreno de noche durante cuatro años. Después me ofrecieron la oportunidad en el 2019 ingresar al Hospital Clínico de la Universidad de Antofagasta, hasta la fecha.
Cuando llegué al Hospital Clínico fui muy bien recibido, hablé con la Sra. Liliana Mandiola, que me había citado, llegué con todos los papeles para poder ingresar. Me llevó a los pisos y tuve conocimiento de qué se trataba. Tuve una excelente impresión del hospital y su gente.
¿Tiene alguna anécdota?
Recuerde que el 2021 estuvimos trabajando con usuarios del Hospital Regional y fue una atención de 200 personas por día, eso me permitió conocer mucha gente que venían de toda la región, pero una vez un paciente me trajo una botella de vino y un tarro de durazno a modo de agradecimiento, pero se lo dio a José, lo confundió conmigo. Él apareció nuevamente y me sorprendió porque fue a comprar unas cosas y me las regaló. Yo soy una persona que no pide nada, pero la gente insiste en agradecer de ese modo.
¿Cómo se siente en el Hospital Clínico?
Estar en la entrada, en el hall o en los pasillos, los usuarios conversan conmigo y me comentan sus cosas. Recientemente Don Julio, acompañante de una paciente, me dijo que atendía muy bien, que su señora estaba contenta, que yo trato bien a las personas, me hizo un alcance porque vio que una paciente estaba por desmayarse y yo sin que nadie me digiera algo, busqué una silla de rueda y la senté, y en esa oportunidad me dijo “poca gente hace eso en los hospitales”. Eso me reconforta y me insta seguir trabajando con respeto y ser cada día mejor. Siento que las cosas las he hecho bien, porque muchos de los usuarios se acercan a felicitarme.
Siempre cuando veo a las personas que andan desorientadas yo las ayudo, las llevo al CAE, las envío a las cajas, si es necesario ofrezco las sillas de ruedas, si no vienen con mascarilla les doy una.
Uno tiene que buscar el bienestar de los pacientes, ellos están en nuestra mirada. Esperamos que se sientan bien, que no caminen mucho, incluso nos retan porque no quieren sentarse en una silla de rueda porque ellos quieren hacer ejercicios y se entiende, todos los guardias estamos atentos.
Trato de estar al día con todo lo que pasa en el CAE, hay veces que cambian los boxes de atención, pero me preocupo de preguntar para enviar a las personas al correcto y no den vueltas perdiendo el tiempo para llegar a la hora a su cita.
Puedo tener días buenos o días malos pero lo que me conforta al final del día, son las personas que se acercan y me dicen que lo estamos haciendo bien, esto me enorgullece, siempre recibo a la gente con una sonrisa, me cuentan sus problemas, la mayoría de las veces los pacientes nos saludan. Me siento muy feliz de pertenecer a un equipo de personas comprometidas con este importante Hospital que forma a los futuros profesionales de la región.
