Meses de encierro, mala alimentación y escasa actividad física debido a la pandemia de COVID 19 tuvieron una consecuencia lógica en los chilenos: aumento de peso.
Y aunque para muchos esto podría solo ser un tema estético, encierra una serie de peligros que van más allá de la apariencia o de cómo nos queda la ropa, pues el sobrepeso y la obesidad están estrechamente vinculadas a una serie de riesgos para la salud, como enfermedades cardiovasculares, diabetes e incluso algunos cánceres.
El nutricionista Sergio Soza, del Hospital Clínico de la Universidad de Antofagasta, explicó que en pandemia la situación nutricional de los chilenos empeoró mucho y por eso llamó a retomar hábitos más saludables, sobre todo ahora que llegan las Fiestas Patrias y muchas familias aumentarán su ingesta calórica.
¿Cómo afectó la pandemia a la población en términos nutricionales?
Antes de la llegada del Covid-19, la obesidad y el sobrepeso ya eran una pandemia que afectaba a millones de personas en el mundo. Pero la pandemia de Covid-19 la agravó, porque nos obligó a quedarnos en casa, donde mantuvimos menos interacciones sociales e hicimos menos ejercicio. Se puede decir que el 2020 fue el año en muchos incursionaron en la cocina con preparaciones ricas, pero altamente calóricas. Sin embargo, el encierro se prolongó y muchas personas optaron por la comida chatarra, trayendo como consecuencia un considerable aumento de peso: 7,5 kilos promedio por persona, según algunos estudios internacionales.
¿Las Fiestas Patrias que se aproximan, cómo incidirán en este problema?
Llegan las Fiestas Patrias y es inevitable tentarse con tanta comida típica. Sin embargo, es muy importante saber cómo alimentarse para no sufrir consecuencias, ya que, durante estas fechas, si no nos preocupamos de qué y cuánto comemos, podemos subir mucho de peso. La presencia de enfermedades como diabetes hipertensión o colesterol alto, son algunas de las complicaciones que puede acarrearnos una mala alimentación durante las celebraciones del “18”.
¿Por qué se considera la obesidad una enfermedad multifactorial?
La obesidad se debe a distintos factores, por eso se le considera una enfermedad multifactorial compleja, cuyas causas pueden ser genéticas, metabólicas, psicológicas o neuroendocrinas, entre otras, y su tratamiento tiene que abordarse de manera multidisciplinaria. El exceso de la adiposidad visceral está asociado con una plétora de disfunciones metabólicas (resistencia a la insulina, dislipidemia aterogénico, hipertensión, disminución de la fibrinólisis, riesgo de trombosis, inflamación endotelial) las cuales incrementan la prevalencia de enfermedad cardiovascular. Las estrategias planteadas para su correcto abordaje terapéutico deben estar acorde con la gravedad del sobrepeso, la presencia de enfermedades crónicas coexistentes y las limitaciones funcionales de cada individuo.
¿Cómo se puede construir una buena cultura alimenticia al interior de una familia?
La importancia de mantener hábitos saludables en el hogar es fundamental en el día a día. Hace décadas, la alimentación en familia era mucho más fácil, debido a que se coincidía mejor en horarios, actividades o distancias. Sin embargo, con el paso de los años, comer en familia se ha hecho cada vez más complicado y exige un esfuerzo extra de todos.
Recomiendo establecer un horario regular para las comidas en familia, servir una variedad de alimentos y refrigerios saludables, además de entregar un buen ejemplo siguiendo una dieta nutritiva, procurando comer, al menos, una vez al día en familia, pero lo más importante es involucrar a los niños y niñas en el proceso.
¿Por qué a los niños y niñas?
La prevalencia de obesidad en escolares aumentó de 23,5% a 25,4%, entre 2019 y 2020, según el Mapa Nutricional de Junaeb. Los niños y niñas más pequeños son los más afectados. En prekínder, la obesidad total alcanza un 28,6%, en kínder, un 29,5% y en primero básico un 27,9%. En esos tres primeros cursos, 4 de cada 10 niños con obesidad tiene obesidad severa.
Este incremento puede estar relacionado con varios factores, como los cambios de hábitos de alimentación de las familias, el aumento de la frecuencia de las comidas, la escasa actividad física y los trastornos del sueño. Se trata de un círculo vicioso, pues la obesidad genera problemas de restricción de sueño y esto provoca alteraciones de hormonas, más apetito, menos ganas de hacer actividad física, lo que termina provocando el aumento de peso.
¿Cómo se deben alimentar los niños entonces?
Los niños y niñas se encuentran en un periodo rápido de crecimiento y desarrollo, y su alimentación debe aportar la energía y nutrientes necesarios. Para la población escolar sugiero integrar en su dieta 3 porciones de lácteos al día, de preferencia semidescremados o descremados, dos platos de verduras de diferentes colores. En la semana debe incluir el pollo y pavo 3 o 2 veces, dos veces pescado al horno y legumbre dos días. También incorporar aceite crudo de oliva (pepita de uva) para aderezar las ensaladas y consumir entre 6 a 8 vasos de agua diariamente.
¿Qué rol cumple la familia en esto?
La familia tiene un rol fundamental en el desarrollo de los hábitos alimentarios en los niños(as), a través del modelo de alimentación que entrega. Qué se compra, cómo se cocina, cómo comemos. Hay estudios que concluyen que existe una asociación positiva entre la cantidad de frutas y verduras disponibles en el hogar y el mayor consumo de frutas y verduras de los niños(as), por ejemplo. Es importante mencionar que la mayor parte de las preferencias y aversiones se establecen antes de los 24 meses.
Para promover una conducta saludable desde la niñez temprana, es trascendental una alimentación saludable y variada durante el embarazo y la lactancia. También al momento de comer debe existir un ambiente social positivo.
Y un hábito que se debe erradicar es la técnica de la “recompensa”, es decir, el premio por comer o castigo por no comer. Las recompensas se pueden usar como manejo conductual, pero no debieran ser alimentos sino alabanzas, y no debieran relacionarse con “comerse toda la comida” sino a conductas esperadas, como querer probar un alimento nuevo.