Como todas las mañanas, el psiquiatra Luis Barra Ahumada llega a su oficina en el Hospital Clínico de la Universidad de Antofagasta para iniciar la atención de pacientes. La agenda, como ocurre hace meses, está llena, lo que anticipa una larga jornada para este médico de 45 años.
“Trabajo en el ámbito de la salud mental desde el año 2001, cuando hacía mi formación como especialista, y no recuerdo un periodo de tanta demanda por atención como el que estamos viviendo ahora”, comenta Barra.
Al ser el único centro de la región que ofrece atención de salud mental cubierta por Fonasa en modalidad “libre elección”, el HCUA tiene una demanda natural proveniente de los usuarios del sistema público, quienes de otra manera tendrían que acudir al sector privado, pero ésta se ha visto incrementada por la pandemia.
Según las estadísticas del centro universitario, durante 2020 se realizaron 1.234 atenciones en psicología y psiquiatría, en 2021 la cifra subió a 3.031, y este año, al mes de marzo, ya se habían practicado 803 atenciones en las mismas especialidades.
Los datos muestran además que el 81% de las atenciones en salud mental que se practican en el HCUA son requeridas por adultos y, si se analiza por género, tres de cada cuatro consultas corresponden a pacientes mujeres.
El Dr. Barra explica que el COVID agudizó los problemas de salud mental en Chile, lo que plantea un gran desafío, no sólo para el sistema de salud, sino para el país. Preocuparse de este tema apremia, asegura el médico, pues “lo que hagamos hoy en prevención y promoción en salud mental, lo veremos en 10 años más”.
¿Cuál es su diagnóstico de la situación actual de salud mental de los chilenos?
Es difícil hacer un diagnóstico porque todavía estamos muy encima del fenómeno y sólo existe información desperdigada. Pero podemos decir que nuestra salud mental ha sufrido un deterioro en términos globales. Probablemente antes de la pandemia uno de cada cinco personas tenía sintomatología del área de la salud metal significativa como para pensar que podría ser un trastorno; hoy podemos pensar que ya no estamos en uno de cada cinco, sino que en uno de cada cuatro.
¿Cuánto ha aumentado la demanda?
Mucho, no recuerdo un periodo de tanta demanda. Y en esto creo que intervienen varios fenómenos; uno, que efectivamente el número de personas que requiere atención ha aumentado bastante como efecto de la pandemia; dos, que en estos últimos cinco años el concepto de salud mental se ha ido desarrollando, entonces las personas consultan más, piden más ayuda y tienen más claridad sobre sus necesidades de atención. Y a todo esto sumaría, como tercer factor, que hoy tenemos una Ley de Salud Mental que define muchas cosas, y cuando usted le pone un nombre a algo y lo define, tiene un estándar para comparar y para medir. Pero quiero insistir en algo, la pandemia es un fenómeno que no hemos terminado de dimensionar, y seguramente nos vamos a pasar la próxima década mirando sus efectos en nuestra sociedad.
¿Para dimensionar, cuánta gente está consultando en el HCUA?
Hoy tenemos una demanda con tiempos de espera, tanto en lo privado, como en lo público, bastante importantes. Ahora, nosotros como Hospital Clínico de la Universidad de Antofagasta tenemos la particularidad de ser el único centro de la región que trabaja en convenio con Fonasa en modalidad libre elección, entonces eso también hace que seamos más demandados en términos de atención. Dicho esto, las estadísticas nos dicen que en 2020 tuvimos 1.234 consultas en psicología y psiquiatría. El año pasado las atenciones en ambas especialidades fueron 3.031 y este año, a marzo, teníamos 803, y de 2 semanas a 6 semanas de espera.
¿Qué es lo que más se consulta?
Nosotros somos un centro de atención ambulatoria, por lo tanto, no vemos urgencia, y en ese contexto lo que más tenemos son consultas del área de la ansiedad, depresión, trastornos por uso de sustancias. Si usted va al Hospital Regional, que tiene un servicio de urgencia, posiblemente lo que verá son casos de ideación suicida, psicosis, consumo de sustancias durante los periodos de abstinencia, conductas disruptivas, agitación psicomotora. Tiene que ver mucho con el tipo de centro.
¿Hay grupos más afectados o que consulten más?
En general las mujeres consultan más que los hombres porque tienen más riesgo de desarrollar problemas de salud mental y porque además se preocupan más de su salud mental que los hombres. En nuestro hospital el 76% de las atenciones corresponden a mujeres. Fuera de eso, lo que más estamos viendo son adultos jóvenes, bajo los 40 años, con problemas de depresión, ansiedad, trastornos asociados al consumo de sustancias y trastornos del carácter o de la personalidad. Niños no vemos, porque no tenemos una unidad infantil, pero recibimos casos de adolescentes de manera aislada.
¿Por qué las mujeres tienen más riesgo de desarrollar una enfermedad mental?
Desde la adolescencia en adelante las mujeres tienen más riesgo, eso está estudiado y hay varios elementos que lo determinan. Hay elementos sociales vinculados al hecho de estar más expuestas a agresiones y maltrato, menos acceso a recursos, menos acceso a educación; todo eso ya las coloca en una situación de desmedro. Pero también existen algunas variables biológicas en que los ciclos reproductivos de la mujer y el postparto, se asocian a un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental. Entonces, en el caso de las mujeres, hay un factor biológico y hay un factor sociológico, cultural y ambiental que incide.
¿Cuánto tardaremos en dejar atrás los efectos de la pandemia?
Hoy se habla de volver a la normalidad, pero el gran tema es qué entendemos por “normalidad”, porque después de un fenómeno como el que vivimos, la normalidad no puede ser la misma de antes, y no podemos tener un estándar de referencia “2019”. La respuesta es compleja y posiblemente tiene varios elementos. Tenemos que recuperar los espacios públicos, actividades que motiven a que la gente se congregue, participe, pueda disfrutar del arte y la cultura, intercambiar opiniones, eso es lo primero. Lo segundo tiene que ver con las coberturas, hoy tenemos problemas de salud mental, pero el presupuesto asignado impresiona por lo insuficiente. La salud es un continuo desde la promoción, prevención y atención, pero en Chile ponemos mucho énfasis a lo último y olvidamos invertir en promoción y prevención. Necesitamos más campañas, más actividades masivas. Tenemos que pesquisar más, en adolescentes, embarazo, post parto, estudiantes y en el comienzo de la vida laboral, que son etapas claves de la vida. No olvidemos que lo que hagamos hoy en prevención y promoción en salud mental, lo veremos en 10 años más.